Daily blog Japón: día 4 (Takayama)
Hoy el día empieza temprano. Esta vez no me despierto pronto por el jet lag sino porque toca madrugar para ir en tren a Takayama, una pequeña ciudad entre lo que llaman los Alpes japoneses. Este cambio de escenario se debe a que me apetecía muchísimo descubrir la parte más tradicional de Japón y hospedarme en un ryokan que es la casa tradicional japonesa. Desayuné en el hotel Aman y luego pedí que me acompañaran a la estación de Tokyo. Como consejo os diré que si vais en tren bala (se parece muchísimo al AVE) os informéis antes o pidáis que os acompañen porque la estación es gigante y todo está en japonés. Aun así, casi nos perdemos y por poco pierdo el tren. La guía que me acompañó me aconsejó que comprara un bento box, un plato combinado para poder comérmelo en el tren. Por suerte le hice caso porque el trayecto es más largo de lo que parece y está genial tener un tentempié para matar el hambre de media mañana. Hay mil y una opciones de bento box y otra vez, me tuve que pelear para entender algo de japonés. Finalmente, guiándome por las fotos, pedí uno que parecía de salmón y arroz ¡Y acerté! Me encantó el trayecto en tren porque al pasar por tantos sitios te permite ver cómo es el Japón profundo. Por eso os recomiendo que si vais a coger este tren pidáis los asientos que están en al lado de las ventanas porque lo podréis apreciar todo muchísimo más. Entre otras cosas pude ver el Monte Fuji que impresiona muchísimo y otros pueblecitos por los que fuimos pasando. Tras un transbordo en Nagoya, por fin, llegamos a Takayama y la lástima es que ya era bastante de noche. No obstante, al llegar al ryokan aluciné. Tenía que quitarme los zapatos al entrar a mi habitación que era como un cubículo con tatami en el que por la noche ponen los futones. Era un rykonan típico japonés al cien por cien. Luego fui a cenar a un restaurante que se llamaba Heianraku y que es totalmente recomendable. La dueña y su marido son fantásticos y la comida de lo mejor que he probado. El sitio en sí es muy muy humilde, pero de verdad es brutal en cuanto a calidad. Después de la cena volví al hotel y me atreví a utilizar un baño público tradicional, asi que me puse una yukata que me dieron y me fui hacia allí. De nuevo todos los carteles estaban en japonés así que esperé que entrara un local para ver qué hacía y ver cómo funcionaba. Primero se sentaba en unas banquetas de bambú y se lavaba con agua y jabón y luego se metía en la piscina de agua caliente tipo spa, salía y se iba. Yo hice lo mismo, pero al salir me volví a enjabonar. Después de tantas actividades estaba realmente agotado así que me fui a dormir. Espero que os estén gustando mis aventuras por Japón ¡Mañana seguimos con otro post! Fotografías e imágenes Juan Avellaneda |